"Con el virus del odio y la exagerada
valoración sentimental del fútbol (dramatismo de vida y muerte),
se complica pensar en el fútbol como un deporte, un juego, un entretenimiento.
La vitalidad de un partido y la exagerada identificación con
unos colores (manejados por unos dirigentes) creo que hacen del
fútbol el gran negocio, enriquece a grandes empresas e identidades, y de
nosotros títeres dominados por una pasión desmesurada establecida por
gente que vive a costa nuestro.
No se bien el motivo de mi
desinterés. Tal vez por cuestiones deportivas, o porque es un amistoso, a lo
mejor porque la previa que en otros momentos era apasionante se la llevo la
violencia y los mafiosos de turno, o capaz porque el único ganador en todo
este lió es un grupo empresario que lucra a partir de algo que movía y
apasionaba a una ciudad entera.
Es una pena, en otras circunstancias similares
no daba más de las ansias, nervios y demás cosas.
Se extrañan los
verdaderos clásicos".
(por Juan Montenegro, profe de
basquét, fútbol infantil y preparador físico).