lunes, 30 de noviembre de 2009

CUANDO UNO ES LA VÍCTIMA…

Alumnos de la carrera de Comunicación Social de la UNR, contaron con la posibilidad de entrevistar a una de las víctimas de la dictadura militar de 1976, Laura Ferrer, ingeniera y docente universitaria que fue presa política y es participante activa de la acusación en la causa Feced.
En la oportunidad, la entrevistada dio lugar a la explicación sobre su experiencia de vida, entre las cuales se encontraba su arresto a la edad de tan solo 19 años: “Mi papá era peronista e interventor del gobierno en la provincia de Misiones. Pero me fueron a buscar a casa y me llevaron”, comentaba.
Su declaración no se redujo sólo a eso, sino que especificó más detalles sobre aquella terrible experiencia vivida.
En cuanto a las situaciones por las cuales debió pasar una vez estando presa, relataba por ejemplo, las torturas que empleaban los captores. “Tortura física no recibí. En realidad me pegaron en la cabeza, en el estómago, pero no me picanearon. Después toneladas de torturas, pero la que considerábamos como tal era la picana”. Además, agregaba que lo que pretendían de ella era que marcara dónde se encontraban sus compañeros para así irlos a buscar y apresarlos también, a lo que respondía “yo no lo voy a hacer, porque a mi papá no le gusta”.
“No me tocó ver el fusilamiento de nadie, pero sí saber que los iban a matar. Ahí dentro no mataron, a menos que se les haya ido la mano con la tortura. Ahí no ensuciaban con sangre”, explicaba continuando con el tema. La notificación acerca de los futuros fusilamientos, era una estrategia para causar daño psicológico tanto a quien fuera la víctima como a aquellos a quienes se les notificaba. “Había simulacros. No sabias si te iban a matar o si era parte del show. Como en las películas, uno hacía de bueno y el otro de malo”.
Luego de un largo tiempo de conversación, dio a conocer algunas otras cuestiones como el maltrato verbal para con los detenidos, por ejemplo, cómo el jefe del penal de informaciones todos los días colocaba un ramo de perejil sobre la heladera haciendo alusión a que ellos estaban vivos porque eran perejiles, si no amenazas tales como que si no tenían la conducta adecuada iban a ver crecer los perejiles desde abajo. Y entre esas cosas otras tantas, que permitieron a uno poder ponerse, por así decirlo, en sus zapatos y en mediana medida entender la situación por la que debió pasar obligadamente.

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