lunes, 23 de noviembre de 2009

EDITORIAL: EL PAÍS DEL QUE ME IMPORTA

El coronel habló de guerra y de paz, de ellos y nosotros, de los subversivos y la civilización. Constantemente, más allá de repudiar el mismo algunas acciones cometidas por el ultimo gobierno de facto de nuestro país, construyó en su discurso una rivalidad similar a la futbolera con la cual quiso justificar sendos hechos de violencia por parte de los militares

El militar, quien pidió preservar el nombre, nos dio definiciones con las cuales no concordamos, pero no dejan por eso de ser interesantes y constructivas.

Desarrolló la idea de evitar el comunismo en nuestro país y de establecer la paz y el progreso. Insisto, no compartimos. Tampoco compartimos la idea criminal del comunismo. Es una forma organizativa de la sociedad, con otra mirada a la del capitalismo. Calificó de criminales a los militantes políticos de los 70’, además de culpar especialmente a Montoneros y E.R.P. (Ejercito Revolucionario del Pueblo). Calificó al Proceso de Reorganización Nacional como positivo y tildó de “traidores a la patria” a los “subversivos”.

En nuestra facultad, la mayoría de los estudiantes están informados de la existencia los juicios, sin embargo la mayoría de ellos no habían profundizado en la información. ¿A qué nos referimos? No saben que causa se juzga, no saben la cantidad de aproximada de las victimas por las que se busca justicia, ignoran si existen otras causas y desde el inicio de los litigios nunca más se han interesado.

Se trata de la facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, supuestamente una de las más politizadas de la U.N.R. (Universidad Nacional de Rosario), pero fuera de los pronósticos, poco importan los juicios en dicho recinto.

Vimos poco interés, vimos diferentes opiniones, vimos heterogeneidad a la hora de hablar sobre un tema que nos compromete a todos. Vimos, además, poco material informativo sobre los juicios por los crímenes de lesa humanidad que se están llevando a cabo en la ciudad. Por eso salimos en busca de otras voces, más allá de las que pudimos escuchar en las manifestaciones o entrevistas de familiares y querellantes.

Y nos surgió una duda, ¿quienes serían las otras voces? Son aquellas personas que por una cosa u otra no se comprometieron con la causa, o aquellos que tienen una opinión distinta a la de la justicia legal. Es cierto que existe dentro de esta calificación un amplio espectro de personas de diferentes edades, pensamientos y lugares. Pero pudimos calificarlos y agruparlos en un mismo paradigma gracias a la ignorancia o el rechazo hacia los juicios.

Por eso salimos, investigamos, interpelamos, consultamos en busca de diferentes opiniones. Y encontramos lo que esperábamos. No quiere decir que eso es positivo ni mucho menos. Uno muchas veces tiene un mal prejuicio y cuando desarrolla una investigación se da cuenta de que estaba equivocado. Pero en este caso estábamos acertados, lamentablemente. Pensamos que íbamos a encontrar desinterés, amnesia, rechazo e indignación. Y eso fue lo que hallamos.

Nos faltaba una parte de estas otras voces, la de la gente común. Esa gente que se constituyó como una gran masa en nuestra sociedad, que solo piensa en su trabajo y llegar a fin de mes, y no se compromete con nada y con nadie, por si acaso. Ese sector social desconfiado y que solo busca su propio bienestar. Entonces fuimos a la peatonal, y el resultado fue contundente. Casi la totalidad de los consultados no estaban ni siquiera enterados de los juicios. Ni una referencia al respecto. Inclusive, muchos contestaron: “¿Para qué seguimos revolviendo el pasado?”.

En definitiva, estas otras voces, con las cuales no compartimos en absoluto, tienen otra mirada sobre un mismo tema. Una mirada peyorativa y poco formada, pero en definitiva forman parte de “el país del que me importa”.


Andrés Cánepa

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