“Bienaventurados quienes están abajo porque de allí en más no les queda más que comenzar a subir”. Con esa frase deleitó Quique Pesoa a su audiencia durante una de las ediciones de su programa radial semanal El Desconcierto del Domingo, haciendo eco en todas nuestras cabecitas.
Es que parece hecha a medida para los “trabajadores de la ciencia de la comunicación”, según palabras de
A nuestro entender la sanción de la nueva ley es un modo de despegar de quienes están abajo, una manera de perfeccionar sus cualidades y de mostrarle ese perfeccionamiento a quienes del otro lado de la pantalla, del micrófono o de un papel esperan ansiosos información confiable y certera.
Celebramos entre otras cosas la producción local de contenidos que a través de la nueva ley los medios tendrán que planificar y concretar. No todo comunicador se expone a los ojos de terceros, sino que hay mucha gente escondida detrás de tanta información y de tanto contenido que se encarga precisamente de que éstos tengan una salida vistosa. Ellos también tendrán más oportunidades.
Se trata de expandir el espectro de posibilidades laborales, no de reducirlo. Y es justamente esa idea la que defendemos como futuros comunicadores, como encargados de hacernos escuchar. Qué lindo: encargados de hacernos escuchar. Nada más ni nada menos. Una misión tan fácil e importante en pleno siglo XXI; una misión tan difícil y desgastada en plena década de 1970 y 1980.
Por eso también festejamos el hecho de tener ganas de que la última dictadura militar (en verdad todas las versiones que la palabra “militar” tuvo a lo largo de la historia argentina) quede cada vez más lejos. Aprovechando esto de hablar y comunicar, decimos: ganas de que la dictadura sea apenas un eco, que se escuche a lo lejos pero que no impida la fluidez con la que la información debe recorrer todos los recovecos habidos y por haber de nuestro territorio.
De aquí en más las esperanzas radican en que los integrantes del inmenso mundo de la comunicación tomen verdadera conciencia de lo que se logró y sean (seamos, ¿por qué no?) capaces de defenderlo a capa y espada; de no dejar que la libre expresión sufra otro atentado. En fin, de resguardar la libertad, de cuidarla, de mimarla.
“Bienaventurados quienes están abajo porque de allí en más no les queda más que comenzar a subir”. Salud.
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